Más allá de la realidad que uno vaya atravesando siempre hay algo por lo cual agradecer, siempre. Seguramente en días grises nos cueste verlo, pero si miramos bien podemos encontrar muchas cosas por las cuales estar agradecidos. Grandes o pequeñas, profundas o superficiales, resultantes del esfuerzo o de la buena suerte, las cosas que nos salen bien son motivo de agradecimiento.
En cuanto nos percatamos de toda esa riqueza que puebla nuestra vida, se activa esta sensación indescriptible de plenitud que tanto bien nos hace.
Es importante comprender de qué forma opera este mecanismo en nuestro interior. Entender los beneficios de sentir gratitud será de gran ayuda para decidirnos a tomarnos más en serio esto de cultivar una genuina actitud de agradecimiento.
Como primer punto a tener en cuenta se encuentra la certeza de que sentir gratitud potencia las experiencias positivas del día a día.
A veces lo cotidiano y lo seguro pierde brillo por la monotonía y ese sabor rutinario que tiene. Sin embargo si conectamos con la idea de que lo que damos por sentado puede dejar de existir de un día para el otro, podemos darnos cuenta de la importancia que reviste sentir gratitud por ello.
En segundo lugar, sentir gratitud aumenta el nivel de autoestima que tenemos. Al contrario de la decepción que nos provoca concentrarnos en los fracasos, el hecho de ver y valorar todo lo que si poseemos o hemos ido consiguiendo hace que nos sintamos más seguros de nosotros mismos y de nuestras cualidades.
Agradecer por cada logro, por más pequeño que sea, nos regala esa inmensa y gratificante sensación de confianza en nosotros mismos que todos necesitamos para seguir avanzando en sueños y proyectos.
Cómo tercer punto se destaca la importancia de la gratitud para hacerle frente a hechos traumáticos. Cuándo podemos ver estas situaciones adversas desde una perspectiva más benévola, y aceptamos la enseñanza que se esconde detrás de cada desafío, podemos ser testigos de cómo nuestro ser se alinea y comprende desde lo más profundo, que aunque se trate de un evento doloroso, puede también portar una gran bendición.
En cuarto lugar es bien sabido que las personas agradecidas disfrutan de más y mejores vínculos personales. Sentir o expresar gratitud genera acercamiento y confianza con los demás. Nos hace valorar las diferencias y mostrarnos más relajados y auténticos en nuestras interacciones sociales. Robert Emmons confirma esta teoría al explicar que “cuando realmente tomas conciencia del valor que tienen tus amigos y familiares, es probable que los trates mejor, lo cual puede producir una espiral ascendente en la cual las relaciones te proporcionen algo por lo cual estar agradecidos y así sucesivamente. Además, una persona agradecida es más positiva, y las personas positivas caen mejor y tienen más probabilidades de hacer amigos”.
Cómo quinto punto a tener en cuenta a la hora de desarrollar un espíritu agradecido debemos saber que es un repelente natural contra las emociones negativas. Las sensaciones como enojo, miedo, tristeza o amargura se disipan al despertar este salvavidas automático que es la gratitud. Al ver la parte del vaso lleno no queda lugar a la negatividad que despiertan los pensamientos mezquinos o miedosos y podemos multiplicar las emociones más deseadas: alegría, amor, inspiración, o esperanza.
La gratitud es un antídoto y un potenciador a la vez. Antídoto contra emociones y pensamientos negativos. Potenciador de optimismo y alegría. Ayuda a sentir que el futuro puede estar lleno de bendiciones y soluciones a todo eso que hoy nos atormenta. Nos facilita las tareas cotidianas al permitirnos conectar con un sentimiento de asombro y aprecio por lo que tenemos, y nos propone una realidad menos materialista y más espiritual.
La gratitud convierte en suficiente lo que tenés y lo que sos, y en eso radica su increíble y necesario poder.