A ver si te animas, te propongo algo.
Donde estés, mirá a la persona que tengas más cerca, levantate y corre a decirle: Eres un verdadero inútil, ¡no servís para nada!
Seguramente no te animes a hacerlo, o eso espero yo, ahora bien, si lo hicieras, ¿cómo te imaginás que sería la respuesta de una persona cuando te acerques a decirle eso? Son tres las posibilidades:
- Seguramente se enojaría y se pelearían.
- O bien, si es alguien con mayor templanza, te preguntaría: ¿qué te sucede? ¿por qué me estás diciendo algo tan feo?
- Y sino, probablemente, alguien muy sensible o inseguro se pondría a llorar automáticamente.
Ahora bien, te pregunto, si no estás dispuesto a hacer esto con otras personas, ¿por qué razón lo harías con vos mismo?
Muchas veces, tendemos a tener mayores cuidados con otras personas que con nosotros mimos, y este es un grave error en el que solemos a caer porque así fuimos criados. Nos enseñaron a ser buenas personas.
Si algo trabajo con mis hijos, es justamente a enseñarles cuánto ellos valen, a no dejarse maltratar, a valorarse, a quererse, es el mejor regalo que puedo dejarles, porque si ellos saben lo que valen, todos lo sabrán tan solo con verlos.
Es un cambio difícil de hacer, cuando uno estuvo acostumbrado por años a no hacerlo, pero te puedo asegurar que es posible y maravilloso hacerlo.
Todos los días antes de dormir, proponete decir 5 cosas bonitas tuyas que se vieron reflejadas en el día, cualidades, acciones, cosas que hablen bien de vos. Quizás los primeros días no puedas decir cinco, o quizás sí. Pero con el ejercicio no solo cada vez te será más fácil, sino que cada vez habrá más, porque tu mente se irá a dormir con armonía, programándose también para el día siguiente.
El amor funciona igual que la mascarilla de oxígeno del avión; no podrás ayudar a nadie, hasta tanto no te ayudes primero a vos mismo.
Amar a los otros es un lujo, amarse a sí mismos es un deber.
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Gisela Gilges es Experta en Talento y Life Coach. Escribe en su cuenta @giselagilges