Si hay algo que moviliza al ser humano es la persecución de un sueño. Al buscar concretar un objetivo la vida toma un sentido y la motivación se hace presente. La prioridad es sostener esa pasión e ir en busca de lo planeado.
Perseguir objetivos es importante para la felicidad y para el sentido en la vida.
Sino, observemos qué pasa con las personas que no tienen ningún proyecto por delante. Son personas que están perdidas y que no tienen una razón de ser. El tener un objetivo claro genera un incentivo para levantarse cada mañana, para planificar las horas, días y meses y para sentir un control sobre el destino de la vida.
Uno de los puntos más complicados es definir exactamente qué se quiere lograr. Decidir cuál será el siguiente objetivo por cumplir a veces no es tarea fácil.
Un buen ejercicio es analizar si el objetivo seleccionado tiene estás propiedades:
– Objetivos que generan felicidad o bienestar en sí mismos. Son acciones que entretienen o se sienten importantes para la persona, más allá de lo que deseen los demás.
Realizar un viaje, correr una maratón, tener un hijo. Son decisiones que se toman pensando en uno mismo más allá de lo que quieran u opinen los demás.
– Objetivos auténticos. En este sentido es prioritario preguntarse si los sueños que se persiguen son propios o son legados o mandatos que se reciben de otras personas significativas.
Los objetivos auténticos cumplen el requisito indispensable de satisfacer las necesidades y valores reales de una persona, lo que se traduce en un gran beneficio emocional y motivacional.
Son conocidas las historias en las que se ha decidido perseguir un objetivo por mandato ajeno. Pocas cosas traen tanta desdicha como esta cuestión, y sin embargo se repite una y otra vez como si el tiempo jamás se fuera a agotar.
– Que el objetivo se elija por lo positivo y no por lo negativo. Parece una obviedad pero ciertamente muchas personas no logran discernir el origen de sus motivaciones. Si un objetivo te lleva a un resultado positivo es una cosa. Si un objetivo es para evitar un resultado negativo, es algo muy distinto. Estos objetivos de evitación no son auténticos, son fruto de una necesidad impuesta y no generan felicidad en absoluto. Tal vez protegen a la persona de algún mal al que temen, pero la alejan de sus verdaderos deseos.
– Objetivos realistas y flexibles. Es poder adaptar los deseos más genuinos a la realidad y oportunidades que se tienen.
Ser consecuentes con la edad que se tiene o la zona donde se vive será parte de esto. Ser realistas en cuanto a las posibilidades económicas o familiares. Entender que no todo se puede al instante pero se podrá más adelante. Ser conscientes del contexto y poder adaptarse a esas variables hará que los objetivos no sean dejados a un lado y se agudice el ingenio para conseguirlos en algún momento.
En conclusión, tomarse un tiempo para definir bien los objetivos y plantear estrategias realistas para poder cumplirlos es una decisión que todos deberíamos tomar en pos de vivir una vida más significativa y estimulante.
Ante cada nueva idea que se presente será útil preguntarse si ese objetivo cumple con los requisitos de bienestar, autenticidad, positividad y flexibilidad. De no ser así habrá que cuestionarse qué origina esa idea y replantearse si se persigue igualmente o se mezclan las cartas para volver a empezar.